Desinflación y crecimiento

Existen numerosos canales a través de los cuales la reducción de la tasa de inflación tiene efectos positivos de largo plazo sobre el crecimiento económico. Uno de los más importantes es la menor incertidumbre. Toda decisión económica involucra tiempo. Pensemos por ejemplo en un contrato de alquiler, o en la demanda de un préstamo hipotecario. Naturalmente, cuanto mayor sea el tiempo asociado con una decisión económica, mayor la incertidumbre sobre sus resultados. En contextos inflacionarios, tal incertidumbre se ve exacerbada. Esto se debe a que en economías que experimentan procesos inflacionarios se verifica un incremento en la dispersión de los precios relativos. De esta manera, cuestiones tales como la evaluación de los costos de reposición de un determinado bien, o la evolución de los costos de un determinado proceso de producción, se tornan particularmente difusas, y con ello se dificulta la toma de decisiones económicas. Como corolario, en contextos inflacionarios muchas decisiones que atañen plazos medios y largos –típicamente la inversión y el crédito de largo plazo– no se llevan a cabo. En otras palabras, la inflación elevada acorta la estructura contractual de la economía, afectando negativamente la tasa de crecimiento de largo plazo.     

Ahora bien, más allá de los evidentes efectos positivos de la desinflación sobre la economía en el mediano y largo plazo, una pregunta recurrente atañe a las consecuencias que la reducción en la tasa de inflación tiene sobre el nivel de actividad en el corto plazo. Un importante canal a través del cual una menor tasa de inflación resulta expansiva en el corto plazo es a través de los efectos redistributivos. Las familias de menores ingresos son aquellas que menos posibilidades tienen de proteger sus recursos de la pérdida del poder de compra que implica una tasa de inflación elevada. Es decir, la incidencia del impuesto inflacionario es mayor en los deciles de ingreso bajos. De esta manera, la reducción de la tasa de inflación incrementa el poder de compra de aquellas familias con mayor propensión marginal al gasto, con el consecuente efecto expansivo sobre la demanda.

A continuación se propone un ejercicio empírico muy sencillo. Su objetivo no es analizar los efectos de políticas concretas de desinflación sobre el crecimiento económico –tarea que debe ser abordada con estudios de casos concretos –, sino simplemente aportar evidencia sobre la relación entre inflación y crecimiento en el corto plazo. El mismo consiste en identificar desde mediados de la década del sesenta hasta la actualidad todas aquellas experiencias internacionales en las que la tasa de inflación del índice de precios al consumidor pasó en un año de más del 30% anual a menos del 20%. Una vez identificada la muestra completa, el objetivo es cotejar el desempeño de la tasa de crecimiento del producto en ambos años. Nótese que debido a la heterogeneidad de la muestra, tanto los procesos inflacionarios involucrados como las razones que subyacen tras la reducción de la tasa de inflación son de lo más variadas. Es decir, no se busca analizar sólo los casos de aquellas economías que emprendieron planes de desinflación a partir de procesos inflacionarios con características específicas, sino analizar a partir de una muestra amplia la relación entra la tasa de inflación y de crecimiento del producto en el corto plazo. Utilizando los datos del Banco Mundial (World Development Indicators), se identificaron 87 episodios (ver anexo) que atañen a 64 economías (algunos países experimentaron más de un evento en el período considerado). La siguiente tabla presenta los resultados obtenidos:

tabla-1

Se destacan los siguientes hechos:

  1. En el año en que la inflación fue inferior al 20%, prácticamente en todos los casos, el crecimiento del producto fue positivo (93% de los casos). Sólo en 6 de los 87 episodios el producto se contrajo.
  2. En el año inmediatamente anterior (con inflación superior al 30%), en 20 de los 87 episodios el producto se contrajo.
  3. El crecimiento promedio fue significativamente superior en los años de inflación menor al 20% (4,9% anual) respecto al año de inflación superior al 30% (2,9% anual).   
  4. La variación en la tasa de crecimiento del producto al pasar de una tasa de inflación superior al 30% a otra menor al 20% fue en promedio de 2 puntos porcentuales (para el total de los 87 episodios). En el 66% de los casos (57 de 87), la tasa de crecimiento del producto fue positiva.

De la muestra descrita en el presente ejercicio, no se desprende que caídas de la tasa de inflación desde niveles superiores al 30% anual a menores del 20% se asocien con menores tasas de crecimiento. Por el contrario, de acuerdo con la muestra analizada, las menores tasas de inflación se corresponden con incrementos en la tasa de crecimiento de corto plazo.

Eduardo Ariel Corso